miércoles, 9 de mayo de 2012

La revancha del Liverpool-Chelsea


El Chelsea se presentó en Anfield por presentarse, porque lo dicta la competición, y así le fue. Jugó con un equipo repleto de suplentes, donde estaban Torres y Oriol Romeu, y con Terry, Ivanovic y Ramires, que no estarán en Múnich por sanción, y se llevó un buen rapapolvo que dejó clara su apuesta. Todavía podía meterse en Champions gracias a una carambola, pero lo dejó todo para el Allianz, donde se jugará el presente, el futuro y su historia. Allí todo será muy diferente a lo que pasó en Liverpool.
Los 'reds' sí tuvieron orgullo, mucho más que el Chelsea, y eso que ya estaban de vacaciones. Su temporada se acabó hace unos días con esa derrota en la final de la FA Cup, precisamente ante los de Di Matteo, pero no lo pareció. El Liverpool se lo tomó en serio, no el Chelsea, y pasó lo que tenía que pasar. La goleada fue una realidad y el ridículo 'blue' en los primeros cuarenta y cinco minutos fue descarado.
El Liverpool le metió tres al Chelsea antes del descanso que bien pudieron ser seis. Si alguien quedó retratado fue Terry, que ya está para pocas cosas. Casi que Di Matteo celebró que no vaya a estar en la final de la Liga de Campeones. Suárez y Carroll se bastaron para volver loca la defensa del Chelsea, que acababa en Turnbull, titular, y que tampoco colaboró.
Luis Suárez no hizo cosquillas a los 'blues', directamente, les hizo partirse de risa. El Chelsea se lo tomó de cachondeo y falló en los tres goles. El delantero uruguayo se marchó de medio equipo cerca del límite del campo y Essien se la metió en el primero, Terry se resbaló para conceder el segundo a Henderson y Agger remató más solo que en el pasillo de su casa para hacer el 3-0. El cuarto no llegó antes del descanso porque Downing falló un penalti.






El 'Niño', pitado 
Fernando Torres, la noche que por primera vez volvía a Anfield con otra camiseta, vio la feria desde lejos. En ataque, dejó un zapatazo al larguero para el recuerdo (Ivanovic mandó un cabezazo al palo con 0-0). No hizo más, pero tampoco se le pudo pedir mucho más cuando no parecen aliados ni los que se supone que están en tu ejército.
El paso por vestuarios relajó al Liverpool y lo aprovechó el Chelsea para hacer el gol de la honra. Fue obra de Ramires, lo que todavía dolió más a Di Matteo sabiendo que no le va a tener en Alemania. El que hizo el cuarto del Pool fue Shelvey en la única acción en la que utilizó la pelota tras un regalo de Turnbull. Poco más sirvió en la segunda mitad. Podrían no haber salido al campo. El Chelsea, incluso, hasta se podría haber quedado en casa aprendiendo alemán y preparando una estrategia para conquistar Múnich y Europa.

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